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Síntomas de la artrosis


 Por lo general, los síntomas de artrosis se desarrollan gradualmente y al principio afectan solo a una o pocas articulaciones. Las articulaciones de los dedos, la base de los pulgares, el cuello, la zona lumbar, el dedo gordo del pie, la cadera y las rodillas se ven afectados habitualmente.

El dolor, con frecuencia descrito como intenso y profundo, es el primer síntoma y, cuando se presenta en las articulaciones de carga (por ejemplo, las rodillas y las caderas), suele empeorar con las actividades que implican soportar el peso corporal (como permanecer de pie). En algunas personas, la articulación puede estar rígida después de dormir o de cualquier otro periodo de inactividad, aunque la rigidez suele desaparecer pasados 30 minutos, especialmente si la articulación se moviliza.

A medida que el trastorno va causando más síntomas, la articulación pierde movilidad y pierde la capacidad de estirarse y doblarse por completo. El nuevo crecimiento de hueso u otros tejidos puede agrandar las articulaciones. Las superficies irregulares de los cartílagos hacen que las articulaciones rechinen, chirríen y crujan al movilizarlas, y se vuelven dolorosas a la palpación.

La artrosis de la mano puede causar dolor, rigidez y limitaciones funcionales. Las excrecencias óseas habitualmente se desarrollan en las articulaciones próximas a las puntas de los dedos (los denominados nódulos de Heberden) o en las articulaciones de la parte media de los dedos (los denominados nódulos de Bouchard).

En algunas articulaciones (como la de la rodilla), los ligamentos, que rodean y sostienen la articulación, se estiran de tal modo que esta se vuelve inestable y los músculos que mueven esa articulación pueden debilitarse. De forma alternativa, la cadera o la rodilla se vuelven rígidas y pierden amplitud de movimiento. Puede resultar muy doloroso mover la articulación (sobre todo al estar de pie, al subir escaleras o al caminar).

La artrosis afecta con frecuencia la columna vertebral. El dolor de espalda es el síntoma más frecuente. Los discos o articulaciones dañados en la columna vertebral suelen causar únicamente dolor leve y rigidez. Sin embargo, la artrosis en el cuello o en la zona lumbar pueden provocar entumecimiento, dolor y debilidad en un brazo o una pierna si el excesivo crecimiento óseo comprime algunos nervios. El crecimiento excesivo de hueso también puede producirse dentro del conducto raquídeo en la zona lumbar de la columna (estenosis raquídea lumbar), produciendo compresión sobre los nervios antes de su salida del conducto raquídeo para ir hacia las piernas. Esto provoca dolor en las piernas después de caminar, lo que sugiere erróneamente que la persona presenta una reducción del aporte de sangre en las piernas (claudicación intermitente). En raras ocasiones, el crecimiento del hueso en el cuello comprime el esófago y dificulta la deglución.

La artrosis puede permanecer estable durante muchos años o bien evolucionar muy rápidamente, aunque lo más frecuente es que progrese de forma lenta después de la aparición de los síntomas. Muchas personas presentan algún grado de invalidez.

Los sujetos que tienen episodios de enrojecimiento, calor e inflamación articular deben ser evaluados por un médico debido a que estos episodios por lo general no son producidos por la artrosis y podrían indicar una infección o gota.

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